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Milán, moda y algo más.

Milán es para mi una ciudad difícil de calificar. Mis dos visitas en diferentes ocasiones, me tomaron con la mente en otro sitio y bastante desinformado. 


La primera vez en la ciudad de la moda me encontraba cansado producto de varios meses de viaje y es aquí donde luego de meditarlo durante varios días, decidí cancelar el alojamiento gratuito que había conseguido en el Principado de Mónaco y un posterior recorrido por la costa francesa, para establecerme por un tiempo en el centro de Italia, en casa de mis tíos. Parece que no era momento de visitarla, ya que hasta las fotos perdí.

La segunda vez no fue mucho mejor. Esta vez mi estadía implicaba conseguir un vuelo de último momento que me lleve desde allí a Londres, donde permanecería viviendo.

La ciudad de la moda

Milán es una ciudades más importantes de Italia. Es la segunda más poblada del país, y para muchos representa la capital económica, ya que es uno de los principales centros industriales del país, así como la sede de la bolsa de Italia. Aunque en general es conocida principalmente por ser una de las capitales de la moda en el mundo.

Relacionado a esta actividad, que le brinda reconocimiento mundial, destaca por ser la cuna de marcas que generan tendencia como Versace, Dolce & Gabbana, Prada y Armani. Es tal la importancia que le dan los milaneses que en el centro de la ciudad se ubica la zona denominada “Quadrilatero d’oro della moda”, una zona donde se encuentran las principales tiendas de ropa, joyerías, perfumerías, galerías, etcétera. En sola una calle, Monte Napoleone, se factura el 12% del PBI de Milán. Esta zona cuenta también con varios museos, galerías de arte e incluso hoteles pertenecientes a las marcas de ropa.

Fuera del cuadrilátero, pero muy cerca, se ubica la Galleria Vittorio Emanuele, posiblemente el sitio de compras más prestigioso de la ciudad. El lujo puede verse tanto en las tiendas como en la arquitectura del edificio. Tal es así que a una gran empresa como es McDonald's le permitieron colocar un local en ella, pero a cambio de resignar utilizar su llamativo logo rojo y amarillo por uno más discreto de color negro y dorado como todas las tiendas de la galería.

http://www.arkiplus.com/galeria-vittorio-emanuele


A este lugar también se acercan los curiosos que desean ver en el suelo el mosaico de un toro que representa a la ciudad de Torino, en Piamonte. Según la tradición, quien realice tres giros con los ojos cerrados sobre los genitales del toro, volverá a Milán. No se sabe el origen de la tradición, pero hay quienes dicen que podría ser una forma de desprecio a sus vecinos Piamonteses. En mi primer visita desconocía esta tradición, y aún así volví a Milán, la segunda decidí sumarme a la fila de personas deseando aplastar testículos de mármol.



Al norte del cuadrilátero se encuentra una avenida dedicada también a las tiendas comerciales cuyo nombre llamó mi atención ya que se denomina Corso (avenida) Buenos Aires.

El nombre fue designado por Ettore Ponti, antiguo alcalde de la ciudad que a principios de 1900 decidió llamarla así (como también Piazza Argentina y Piazza Lima a dos plazas ubicadas sobre la misma avenida) para brindar homenaje a Argentina y Perú por la cantidad de italianos que emigraron a ambos países en esos años.

Artes

Milán es una de las ciudades más visitadas de Italia. Gran parte de los arribos a la ciudad son de personas interesadas en la moda o por motivos de negocios. A mi entender, difícilmente podamos compararla con otras como Roma, Venecia o Firenze, ya que si no vamos de compras, posiblemente los dedos de las manos nos alcancen para contar los monumentos o lugares considerados como atractivos turísticos. Aún así, contiene algunos elementos de tal importancia que para muchos son motivo suficiente para que valga la pena la visita. Varios de ellos es muy probable que los conozcamos, pero no sepamos que se encuentran en Milán, y como en mi caso, pueden pasarnos desapercibidos y perdernos la oportunidad de visitarlos.

Sin dudas, un sitio que difícilmente se escape de nuestra vista, y hace merecer la pena pisar la ciudad, es el Duomo, la catedral de Milán.

Esta gigantesca construcción posee un estilo gótico común en Francia y otros países con su influencia arquitectónica, pero no así en Italia. No es extraño si se tiene en cuenta que fueron franceses quienes la diseñaron. También fue el estado Francés quien financió la finalización de la fachada por órdenes de Napoleón, que en 1805 pretendió acelerar la construcción para que se encuentre terminada para su coronación como “Rey de Italia”.

Lo llamativo del Duomo es que ni con la ayuda de Napoleón y el dinero de las arcas francesas podía ser terminada, y en total tardó 579 años en finalizarse, ya que la obra comenzó en 1386 y recién en 1965 se consideró inaugurada. Más allá de la inauguración, la realidad es que aún hoy quedan por terminar algunos detalles (por ejemplo esculturas), por lo tanto no seria incorrecto seguir contando los años. Ante esto, ¿Y parece mucho los 136 años que lleva la interminable Sagrada Familia de Barcelona? 



En cuanto a su arquitectura, destacan las 3400 estatuas que se encuentran distribuidas por el edificio, una de ellas, muchos la consideran la fuente de inspiración de la Estatua de la Libertad de Nueva York. En cada uno de los 135 pináculos (las agujas que dan altura a la Catedral) se ubica una estatua del tamaño real de una persona.

Si bien es inmensa la cantidad de iglesias que hay en el mundo, de infinidad de estilos y tamaños, el Duomo de Milán merece la pena ser visitado.

"Estatua de la Libertad" del Duomo.
https://es.123rf.com/photo_39633538_estatua-en-la-fachada-de-la-catedral-de-mil%C3%A1n-que-representa-la-nueva-ley-tallada-por-camillo-pacetti-.html

Conectado con el Duomo y su plaza a través de la Galleria Vittorio Emanuele se encuentra el Teatro alla Scala, una de las casas de ópera más prestigiosas del mundo. 

En mi primer visita a la ciudad, fue uno de los sitios que no visité, ya que ni siquiera sabia de su existencia. Conocí sobre La Scala luego de enterarme que fue uno de los edificios que sirvieron de inspiración para construir el teatro Colón de Buenos Aires. Es por esto que la segunda vez que fui a Milán decidí que al menos tenía que observarlo desde afuera. Debo decir que solo vi su fachada, y al contrario del efecto producido por el Duomo, poco despertó mi atención. Aún así, según se dice, es su interior el que marca la diferencia, y a su vez considero que sería mejor valorar al teatro por su funcionalidad, y por la sala de conciertos, que es realmente el espacio importante.



Frente al teatro, en la Piazza della Scala me encontré con un monumento que rinde homenaje a una de las grandes figuras italianas: Leonardo Da Vinci.

Si bien Da Vinci nació en Toscana, y más allá que su figura es reconocida en todo el país, no es casual su monumento aquí, ya que durante muchos años se encontró trabajando en esta ciudad.

Ante sus contemporáneos se destacó como científico e inventor, aunque se dedicó a distintas ramas de la ciencia y el arte. En Milán, por ejemplo, formó parte de las discusiones sobre la construcción de la cúpula del Duomo, pero sus ideas no prosperaron. 





Aunque sus aportes a la Catedral no se materializaron, dejó un legado muy importante a la ciudad, una de sus obras pictóricas más conocidas: La última cena. Esta pintura se ubica en el convento de Santa Maria Delle Grazie, y representa el momento en que Jesús, en su última cena, comunica a sus discípulos que uno de ellos lo traicionará. La misma, desde el momento de su creación, se considera una obra maestra y probablemente fue la que consagró a Da Vinci como pintor.

También varias curiosidades la rodean. Por un lado, Leonardo le dedicó un gran esfuerzo y tres años de su vida, pero a pesar de ello, y el posterior reconocimiento, en realidad la técnica utilizada para pintarla no fue muy efectiva, ya que Leonardo experimentó con métodos no tradicionales para trabajar en un mural y eso generó que al poco tiempo de ser finalizada empiece a resquebrajarse. Tan problemático comenzó a ser esto, que luego de tantas restauraciones, en la actual obra poco y nada queda de la original. 

Por otro lado, durante la Segunda Guerra Mundial la obra milagrosamente se salvó de ser destruida, ya que producto de uno de los tantos bombardeos que sufrió Milán, la iglesia fue destruida casi en su totalidad, quedando en pie sólo el muro donde se encontraba La última Cena.


https://arquitecturaycristianismo.com/2014/03/21/la-ultima-cena-de-leonardo-da-vinci/

https://arquitecturaycristianismo.com/2014/03/21/la-ultima-cena-de-leonardo-da-vinci/

Así como es un milagro que la obra siga existiendo, es casi igual de milagroso conseguir entrada para verla, ya que es necesario reservar con mucha anticipación. Por ejemplo, al momento de escribir esta nota, no hay disponibilidad por los próximos tres meses. 

Por último, en mi opinión, un recorrido por Milán no puede finalizar sin visitar el Castillo Sforzesco, una fortaleza construida en 1368. Llama la atención los huecos distribuidos por todos los muros del edificio. Estos eran utilizados al momento de la construcción para apoyar los andamios y posteriormente tapados, pero en el caso de este castillo se dejaron descubiertos. En su interior actualmente contiene una pinacoteca y varios museos como el Egipcio y el de arte antiguo.





Para finalizar, si bien en mis artículos no me caracterizo por juzgar a un lugar como bueno o malo, lindo o feo, aburrido o divertido, ya que eso es relativo a la opinión de cada persona, debo aclarar que, tal vez producto de mi falta de organización y tiempo en ambas visitas, Milán no es la ciudad que más me deslumbró. Para colmo, la moda o hacer “shopping” no es lo mío, ni tampoco pondría en mi lista de prioridades ver un concierto de música clásica o una obra de ballet. 

Aún así, sostengo que cada lugar es único, y su belleza o atractivo no se debe encontrar necesariamente en la cantidad de bienes patrimonio mundial de la humanidad, o en la publicidad que reciban, tampoco en la cantidad de turistas que la visitan y por lo tanto “si tantos van, significa que debe ser bueno”. 

Milán es para mí las dos caras de lo mencionado, ya posee patrimonio, posee publicidad, y posee una enorme cantidad de turistas que la visitan. Los lugares mencionados en el artículo son una prueba de ello, y una muestra que en última instancia el criterio personal y la experiencia propia definen qué contaremos sobre ese lugar. Si La última cena no tendría reconocimiento mundial, si Armani o Versace hubiesen surgido en otra ciudad, si el teatro alla scala fuera uno más de tantos, y si el dinero no se invertiría en promocionar la ciudad, tal vez la historia sería otra y Milán una ciudad industrial más de tantas, o no… no lo sé. Yo por las dudas pisé al toro para poder volver y darle una nueva oportunidad a la ciudad.

Consejos

La última cena:

La obra no se encuentra dentro de la iglesia, sino en el refectorio que se encuentra junto a ella. Si bien el precio de ingreso es elevado para tratarse de la visita para ver una sola obra, no es imposible de pagar (12 euros) pero el problema es conseguir lugares vacantes. Para ello hay dos métodos, reservar con mucha anticipación, o buscar tours privados que incluyan la visita a este lugar. La primer alternativa puede requerir varios meses de anticipación a la visita, y la segunda un precio mucho más elevado.

La Scala:

Visitas guiadas de Lunes a domingo por 25 euros.
Para asistir a una función se consiguen boletos por alrededor de 20 euros los más económicos. Aunque también son los primeros en acabarse, y los que suelen conseguirse con mayor facilidad rondan entre 60 y 100 euros.


https://www.abc.es/economia/20140513/abci-italia-milan-turismo-201405121434.html

https://www.ilgiorno.it/milano/cosa%20fare/in%20citt%C3%A0/curiosit%C3%A0-su-milano-la-storia-di-un-toro-bistrattato-e-di-un-rituale-scaramantico-1.2237522

https://blog.musement.com/es/historia-y-curiosidades-de-los-monumentos-mas-famosos/

https://arquitecturaycristianismo.com/2014/03/21/la-ultima-cena-de-leonardo-da-vinci/

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