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Infiltrados en la cueva de los murciélagos [Febrero 2011]


El amanecer en el pueblo de Sorata, nos despertaría con la misma lluvia que nos acompaño el día anterior
Un poco de agua no frenaría nuestra visita a la gruta de San Pedro, pero si genero que cambiemos los planes.

Caminar durante 12 kilómetros para dos inexperimentados, y sin indumentaria adecuada para lluvia intensa, no seria la decisión más sabia. Pero nuestras dudas, terminarían de despejarse cuando el dueño del hostel donde nos alojábamos, nos recomienda no caminar con el sendero en ese estado, y viajar en taxi hasta la cueva. Conseguir transporte seria fácil, Sorata cada vez ofrece más prestaciones al turista.

Por caminos de tierra, en alguna parte de la montaña, el conductor nos indicaría: “Aquí los dejo, recuerden regresar en una hora“. Así que ni bien fuera del vehículo, subimos los metros de distancia desde la ruta a la entrada. Pero una sorpresa nos esperaría…


Lejos de encontrarnos con una fila de gente esperando ingresar, una reja y un candado nos dividirían del hueco natural en la montaña.
¿Estamos dentro de horario? Si, aquel cartel lo indica. ¿Los jueves permanece cerrado? Supuestamente no. ¿Estará cancelado temporalmente el ingreso? El taxista no dijo nada, en el hostel tampoco ¿Y entonces?

Sin más preguntas ni respuestas, transcurrió más de un cuarto de hora, y seguíamos sin novedades de quien “abriría la cueva” (Que raro suena…). Con el viaje pago, y con los días contados para conocer Potosí Sucreoptamos por llevar adelante el ingreso de todas maneras: saltamos el alambrado e ingresamos.


Según las leyendas, los Incas en la época de la Colonia, para dejar sus riquezas y evitar ser saqueados, realizaron una serie de túneles, que luego inundarían. A los mismos, se le atribuyen tres posibles salidas, la primera en Cusco (Perú), la segunda en Los Yungas y Mapiri y una tercera en el Lago Titicaca. Nuestro objetivo no era llegar a ninguno de estos tres destinos, pero si, al menos poder adentrarnos algunos metros.

Una vez dentro, sacamos la linterna que llevamos por las dudas, pero confiados que no seria necesario, la llevamos sin verificarla, y para nuestra desgracia, no tendría pilas. No quedo otra alternativa, avanzamos utilizando el flash de la cámara fotográfica, y de a ratos, usando las pilas en la linterna.

Con el primer flash escuchan ruidos, algo voló… y claro, era una cueva, al alumbrar las paredes, nos encontraríamos por todos lados con murciélagos.


Jony no se hace problema, pero yo retrocedo, nunca vi un murciélago en mi vida, no se como se comportan, ni sabia si era agresivos con los humanos (Ahora se que no). Finalmente, tomando coraje, avance a centímetros de aquellos “roedores con alas”.

Al caminar, notamos que las paredes se encontraban llenas de lamparas, por lo que entendíamos la perfecta iluminación con la que contaba cuando se encontraba abierta. Seguimos avanzando, los caminos señalizados serian de gran ayuda, y a lo lejos vemos un bote, habíamos llegado a la laguna, a pesar de la oscuridad, pudimos apreciar el agua cristalina.

Con el bote enfrente, podíamos tomar la decisión de agarrarlo y comenzar a utilizarlo por la laguna, pero preferimos no correr un riesgo innecesario, por lo que descartamos la idea.


Ya sin miedo alguno, llegamos hasta el final de la cueva (doy fe, que allí los túneles incas no estaban ) hasta un sitio que no se si llegaba el camino turístico, ya que profundizamos hasta donde nuestro cuerpos ya no pasaban, pudiendo apreciar estalactitas y estalagmitas por todos lados.

Al emprender el regreso, repentinamente las luces se encienden, con Jony nos miramos, no sabíamos que clase de seguridad tenia la cueva ¿que pasaría cuando nos vean? ¿como puede responder una persona al ver dos individuos adentro de un lugar supuestamente cerrado? ¿Si era alguien armado? por lo que rápidamente nos dirigimos hacia la entrada para aclarar la situación lo más rápido posible. Llegando a la salida, vemos a una mujer mayor, pero, repentinamente ya no estaba, no podía ser que se desplace tan rápido, nunca entendimos como lo hizo. Nos encontrábamos a pocos metros de la salida, nuestras palpitaciones mas altas que nunca, ¿quien nos esperaría afuera? ¿Como nos tratarían? dimos los últimos pasos, y para nuestra sorpresa, no nos dijeron nada, sin que nos pregunten, explicamos porque entramos, nos cobraron la entrada, y de manera bastante puntual regresamos al taxi.

Lamentablemente no pudimos realizar la excursión clásica, con las luces encendidas, apreciando todos los detalles de las paredes, el lago…Pero en cambio, pudimos realizar un recorrido poco convencional, y tener la posibilidad de recorrer una cueva en su faceta más natural, a oscuras, sin luz artificial (solo con la que ingresaba por los huecos), con sus habitantes (a pesar de que no me agradaban mucho). sin guías y turistas tomando fotos.

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