Un primer recorrido por Lecce, y la costa del Salento.
Salgo
de la estación ferroviaria y comienzo a caminar. Tiempo me sobra,
tengo seis horas antes de encontrarme con mi anfitrión de
Couchsurfing, pero debo llegar lo más rápido posible a Piazza
Sant'Oronzo (nuestro punto de encuentro), ya que mi espalda, y
principalmente los hombros todavía
están resentidos
del error de ayer, que me llevo a caminar más de cinco horas (y
varios kilómetros)
por los alrededores de Alberobello, ¡cargando las dos mochilas!.
A
medida que avanzo, comienzo a preguntarme si las paredes amarillas
que tiñen toda la ciudad, son producto del hombre o de un sol
incesante que no
deja un centímetro
de sombra.
La
llaman la Florencia
del Sur... no quiero comparar, menos puedo hacerlo si una de las dos
ciudades no la conozco. Pero lo que si aseguro, es que acá,
el arte barroco llego para quedarse.
No
hace falta buscar
algún palacio o monumento, simplemente caminando por cualquier
calle, hasta en la casa menos preservada es posible observar la
exagerada (y bellísima)
decoración heredada principalmente de los siglos XVII y XVIII.
Llegando
a Piazza
Sant'Oronzo, compruebo que para colmo, Lecce no es solo barroco, al
encontrarme con el anfiteatro romano.
Mientras avanzo los últimos metros, comienzo a pensar que hice mal
en comprometerme para cambiar de ciudad mañana a la tarde. Lecce
merece más que un día.
Visitamos
la ciudad y San Cataldo, la playa más cercana ubicada
a 10 kilómetros de Lecce. Luego
nos encontramos con otros miembros de Couchsurfing para cenar. Aquí
comienzo a notar la costumbre de los italianos de pedir una pizza por
persona. Aunque sea fina, y yo de comer bastante, imposible se me
hace seguirles el ritmo, y terminar toda mi ración. Luego decidimos
irnos a dormir temprano ya que mañana hay
que afrontar un largo día.
El
Salento
Nos
levantamos temprano para dirigirnos al bar "Barrochino",
lugar de reunión de los miembros de Couchsurfing de la ciudad.
Justamente llegamos aquí para encontrarnos con otros integrantes de
la comunidad y pasar algunas horas en la playa. Esta ciudad del
Salento, que no llega a los cien mil habitantes, tiene una comunidad
Couchsurfing, muy activa, que no solo comparten buenos momentos con
huespedes extranjeros, sino que est{an unidos por lazos de amistad muy fuertes
entre ellos, sin existir barreras idiomáticas, culturales o
nacionales. Incluso muchos miembros de la comunidad, en un principio
fueron hospedados por los locales cuando llegaron a la ciudad para
instalarse por estudios o trabajo, y actualmente devuelven parte de
esa cortesía. Difícilmente un “surfista” (Huesped de
couchsurfing) no consiga ser alojado en Lecce, ya que si alguien no
puede, seguramente otra persona estará dispuesta a hacerlo. Al
llegar a la ciudad, la comunidad ya estará enterada de nuestra
presencia, y ansiosos por agasajarnos.
Luego
de desayunar, junto a tres chicas polacas, una rusa, Alberto, un
Mexicano haciendo couch en la ciudad, Fernando y Marco (Italianos, de
Lecce), nos dirigimos al mar.
El día no era bueno, por momentos llovía, pero con un Massimiliano muy optimista continuamos viajando por "el taco de la bota" italiana, hasta nuestra playa de destino en la localidad de Ciolo, donde el tiempo mejoró, y algunos nos animamos a meternos al hermoso mar azul. Caminando un poco por las montañas cercanas a la costa, logramos divisar una construcción de pequeñas piedras, muy similar a los nuraghe de Cerdeña, la cual se asemeja más a un horno de barro, o a la casa de algún ngomo.
Sin
esperarlo, visitamos una ciudad que había eliminado de mi recorrido:
Santa Maria de Leuca, la más austral del taco de la bota Italiana. Su faro avisa a los marineros del Mediterraneo no solo que las costas italianas se aproximan, sino el punto donde el mar Adriático y Jónico se unen.
Post a Comment