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Milestii Mici: La bodega más grande del mundo ¡esta en Moldavia!

Cuando pensamos en países productores de vino es probable que vengan a nuestra mente Francia, Italia, España, ¡Argentina!, Chile, probablemente Grecia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos (en California). 


Se me puede estar escapando alguno, pero ¿Cuántos podrían considerar a Moldavia como uno de los mejores productores de vino del mundo? No solo esto es así, sino que ostenta el récord de poseer la bodega más grande del mundo.

Aunque seamos sinceros, difícilmente podamos considerar a Moldavia un gran productor de vino si partimos del hecho que muchos no saben donde queda, y otros tantos ni siquiera saben que es un país.

Por eso voy a empezar por el principio, advirtiendo que realizaré varios “copiar y pegar” de otro articulo mío que pueden leer aquí.

Moldavia es un pequeño país que se ubica en Europa del Este, rodeado por Rumania y Ucrania. El término “rodeado” es literal pero también podría serlo “presionado”, ya que tienen a sus vecinos ucranianos en el norte, sur y este, y estos le bloquean la salida al mar de un modo tan sorprendente que hay que verlo en el mapa para intentar comprender lo cerca y lejos que tienen el Mar Negro. Por el oeste tienen a Rumania, que basta decir que insiste en anexionar Moldavia a su territorio. Eso no es todo sino que dentro tiene una región autodeclarada un país independiente y otra que presiona con serlo. 


También es uno de los más pobres de Europa, e incluso a nivel mundial, su PBI (osea el valor total de los bienes y servicios producidos en un país durante un periodo determinado) es más bajo que países como Haití, todos los de Sudamérica y la mayoría de África. Si bien parece encontrarse en crecimiento, la industria se encuentra poco desarrollada, y más de la mitad de sus habitantes viven en zonas rurales y de la agricultura. Tal vez todo esto empieza a explicar porque sus vinos son tan poco conocidos.

Campos de cultivo Soviéticos

Desde la década de 1940 hasta 1991 formó parte de la Unión Soviética como la RSS Moldavia. Demostrando que el vino es parte fundamental de su historia, durante los cincuenta años que estuvieron bajo la órbita de Moscú era posible ver racimos de uvas (junto a trigo, maíz y manzanas) en el escudo del país.

Mostrar la agricultura en el escudo del país no era solo algo simbólico, sino que durante el periodo Soviético, donde las políticas se decidían de forma centralizada en Moscú (Rusia), a Moldavia le tocó jugar el papel de país meramente dedicado a la agricultura. El problema fue el modo en que desarrolló el trabajo en el campo, ya que durante décadas fue uno de los países que más sufrió las consecuencias del uso de pesticidas, que dejaron daños notorios hasta el día de hoy.

Con la caída de la Unión Soviética y el retiro de sus inversiones estatales, los productores dejaron de poder pagar los productos químicos. Este desafortunado hecho derivó en una positiva consecuencia, ya que un país que a lo largo de toda su historia estuvo tan vinculado al trabajo de la tierra no se iba a quedar de brazos cruzados. Por ende los campesinos moldavos siguieron adelante de manera tradicional, sin agregarle nada extraño a sus campos. Así, sin planificarlo comenzaron a llevar adelante una agricultura más ecológica. 


Eso hizo que si bien gran parte de sus tierras aún están contaminadas, en un mundo donde los productos orgánicos son muy codiciados, a Moldavia se le abrió una puerta comercial. Por eso es habitual encontrar frutas y verduras “Made in Moldavia” vendidas a elevados precios en el resto de Europa. No obstante, Moldavia no es parte de la Unión Europea, y esto limita el intercambio comercial, y también tiene uno de los salarios mínimos más bajos del continente.

Por eso, con este rumbo ecológico parece ser que la situación económica está cambiando positivamente y un ejemplo de ello son sus vinos, de gran calidad, pero que a veces tienen que lidiar con ser poco conocidos a comparación de los producidos por otros países de más renombre en la industria. 

Tradición vitivinícola

La historia del vino Moldavo comienza hace unos 5000 años, aunque hay fósiles que indican que las plantas de uvas se encuentran en la región entre 6 y 25 millones antes. Durante el siglo XV la producción y calidad crecerá de la mano del príncipe Esteban el Grande o Stefan Cel Mare, máximo e indiscutido héroe patrio de Moldavia y Rumania.


Para 1800, al anexionarse al Imperio Ruso, Moldavia (que en esa época era conocida como Besarabia) se convierte en la mayor área de cultivo vitivinícola de todo el Imperio.

Con la creación de la Unión Soviética la producción de vinos continuará pero bajo las condiciones nombradas algunos párrafos atrás.

Actualmente, el nivel de calidad de los vinos moldavos es muy alto, pero por las dificultades económicas propias del país, a los productores locales no siempre les resulta fácil obtener las costosas certificaciones necesarias para exportar. Esto hace que sean pocas las empresas que dominen la producción destinada a ser vendida en el exterior.

Esto se suma que Rusia, quien era por lejos su mayor comprador, en 2006 prohibió la importación de vinos moldavos a causa de problemas diplomáticos, y en 2013 bloqueó un posible acuerdo de asociación entre Moldavia y la Unión Europea. Esto hace que al no ser parte del mercado común, ¿que país o comercio va a querer pagar gastos de importación por un vino Moldavo si pueden evitarlo y conseguir uno francés?.

Milestii Mici

Lo cierto es que abastecer con vinos a la Unión Soviética no era una tarea menor, y lo que pocos saben es que Moldavia cuenta con varias bodegas de dimensiones impresionantes. Incluso a solo 30 kilómetros al norte de Chisinau (su capital), se encuentra la mayor bodega del mundo: Mileștii Mici, que cuenta con 200 km de túneles subterráneos, de los cuales 55 se encuentran en uso, almacenando cerca de dos millones de botellas. 

La bodega fue abierta en 1969 aprovechando los antiguos túneles de una mina de piedra caliza en desuso. Poco se sabe sobre cómo surgió la idea de utilizar esas minas para hacer semejante lugar, que 36 años después entraría en el libro Guinness de récords mundiales. Aún así, la elección fue perfecta ya que la piedra caliza genera que en el interior se mantenga una temperatura y humedad constante durante todo el año, produciendo condiciones ideales para almacenar vino. 

https://www.milestii-mici.md















https://www.milestii-mici.md
Actualmente, la mayor parte de los vinos que se encuentran allí son principalmente de las cosechas realizadas entre 1986 y 1991, previas a la caída del Muro de Berlín (aunque hay más antiguas). 

No obstante, en Milestii Mici no solo almacenan vino, sino que también lo elaboran. Cuentan con sus propios viñedos, pero al ser una empresa tan grande, es una de las principales exportadoras de vino moldavo, y por eso una parte importante de las uvas (e incluso el vino terminado) se la compran a otros productores, muchos de ellos pequeños que no tienen la posibilidad de exportar.

https://www.milestii-mici.md

Lo curioso es que a pesar de esto, son pocos los que conocen de su existencia. Incluso, a pesar del tamaño de la bodega y la calidad de sus vinos, posee el reconocimiento de muchos enólogos y asociaciones afines, pero hay otros que ni siquiera están dispuestos a agregarla en listas de las cien mejores bodegas del mundo.

Cricova

Por si esto fuera poco, en Moldavia no solo existe una bodega de 200 kilómetros, sino que también hay una de 120 kilómetros. Se trata de Cricova, la segunda más grande del país.

Ambas bodegas pueden visitarse ya que están abiertas al turismo, ofreciendo la posibilidad de recorrer los túneles y probar sus distintos vinos. Nosotros llegamos a Chisinau con intenciones de visitar Milestii Mici “para estar en el lugar del récord”, pero lamentablemente no pudimos ya que si bien el sitio web dice que se puede recorrer a pie, cuando intentamos reservar nos dijeron que solo era posible con transporte propio.

Para no perder la oportunidad de visitar una bodega intentamos con Cricova, donde la suerte inicialmente tampoco estuvo de nuestro lado, y tanto la bodega como agencias de turismo nos indicaron que no tenían más vacantes para los siguientes días. Pero, a último momento el italiano dueño del hostel donde nos encontrábamos, al comentarle que no habíamos conseguido reservar, hizo un par de llamadas y nos consiguió un tour a nosotros, a un alemán y un brasileño, aunque nos tuvimos que resignar a que la visita guiada sea en Moldavo.



Cricova se encuentra a 15 km al norte de Chisinau y es muy sencillo llegar ya que un barrio entero le pertenece a la bodega y lleva su nombre (lo mismo sucede en Milestii Mici). A la ida utilizamos un taxi, ya que así nos recomendaron en el hostel, pero al volver no fue necesario ya que basta caminar unos quinientos metros para llegar a la estación de autobuses que conecta con el centro de Chisinau.




En la entrada de los túneles nos esperaba el guía y una serie de vehículos con forma de carros de golf alargados en los cuales recorreríamos el interior.

Si bien Cricova tiene casi la mitad del tamaño de Milestii Mici, la cantidad de kilómetros en uso de ambas es similar. Osea, que a pesar que Milestii Mici a futuro tendrá mayores ventajas de espacio, actualmente la cantidad de botellas almacenadas en ambas es similar.

Los túneles que vamos recorriendo tienen la particularidad que llevan los nombres de las variantes de vino que almacenan, convirtiendo a Cricova en una especie de ciudad subterránea. Cuentan en la bodega que el astronauta Yuri Gagarin (el primer hombre en viajar al espacio) se perdió dentro de sus túneles y necesitó ayuda para lograr salir, dos días después.




La primer etapa del recorrido consiste en ver los distintos procesos de fabricación del vino. El guía comienza a explicarnos la historia de la bodega, pero si bien el moldavo o rumano es una lengua latina, no fueron más que palabras sueltas e ideas generales lo que pudimos entender. El dato más importante es que Cricova se caracteriza por utilizar el método tradicional francés a la hora a hacer sus vinos y cual se atribuye que fue creado por Don Perignon.

Primero nos detuvimos junto a los barriles, para luego pasar al lugar donde embotellan el vino, y acto seguido en una siguiente sala donde se produce una segunda etapa de fermentación ya estando en la botella. 



Posteriormente empezamos a caminar por las cavas que contienen el vino terminado, almacenado para su añejamiento. Aquí es más sencillo interpretar que hay a nuestro alrededor sin necesidad de la explicación del guía. La bodega cuenta con botellas de distintos años del siglo pasado, la más antigua de 1902, pero principalmente del periodo de 1950/60 y 1980/1990. Si bien no puedo confirmarlo, mi especulación es que las más antiguas son aquellas almacenadas al momento de la creación de la bodega, que se dejaron allí para añejar, y las otras pudieron haber quedado sin vender involuntariamente como consecuencia de la caída del Muro de Berlín y la ruptura con La Unión Soviética (casualmente en Milestii Mici tambien la mayoría son de la misma época).







Si bien para el mundo en general Cricova y Milestii Mici son desconocidas, personas importantes tienen su colección privada en ellas. Por ejemplo en Cricova guardan sus vinos la Primer Ministro alemana Angela Merkel y el presidente Ruso Vladimir Putin. Este último caso es paradójico ya que Rusia con Putin como presidente prohibió la exportación de vino moldavo, pero él utiliza sus bodegas para conservar su vino. Más interesante aún que Putin cuatro años antes de decretar la prohibición, eligió Cricova como el lugar donde realizar su cumpleaños número 50.



Terminamos el recorrido observando las salas de degustación, aunque allí nos tuvimos que hacer a un lado ya que por nuestros objetivos y presupuesto de viaje priorizamos conocer la bodega y no pagar de más por la cata final. Aún así, nos llevamos una botella de recuerdo que sería destapada con uno de los métodos más insólitos en una habitación de Rumania.








Referencias:

https://www.milestii-mici.md/en/about.html
https://winetours.md/eng/winery-tours/cricova-winery

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