Napoli: Capital y último destino en el Reino de las dos Sicilias.
Luego
de más de un mes de viaje, llegue
a Napoli, último destino de mi recorrido por todas las regiones del
antiguo Reino de las Dos Sicilias
(Italia meridional más Sicilia, Abruzzo y Molise).
Incertidumbre,
sin dudas es la palabra para definir mis sentimientos a la hora de
imaginar que me encontraría
en esta ciudad.
En
general, para cualquier persona, sea italiana o no, el
sur de Italia ES NAPOLI.
Claramente, por ser la ciudad más grande, y simbólicamente
definida como "La capital del Sur", recuerdo que parece
perdurar del cargo
que ocupo durante seis siglos, hasta 1861 con la unificación
italiana.
Caos,
gente que grita, calles rotas, mafia, inseguridad, personas de
carácter fuerte. Mucho escuche sobre Napoli, todo lo malo, da la
impresión de provenir de esta ciudad. Pero también
Napoli parece ser gran dotada culturalmente, y la pizza y el fútbol
los símbolos
de una ciudad que vibra al grito de "Maradó Maradó..."
A
diferencia de quienes con solo la visita a esta ciudad, sacan
conclusiones sobre como es más de la mitad del país,
Napoli
será el broche final mi largo recorrido por el sur.
Llegue
a la ciudad en ferry por la madrugada. El aspecto del puerto y el
agua, combinado
con el sueño de una larga noche en vela, hacen que sea muy fácil
bajar en la ciudad con el pie izquierdo, pero una
hermosa vista del Vesubio me alegra la llegada.
Continué mal, ya que en el hostel no me recibieron de buena manera.
Aún así
comencé
a caminar con buen animo y ganas de acabar con la mala fama
Napolitana.
Durante
toda la mañana, deambule por la ciudad, sin lograr ser cautivado por
ella. Ningún edificio me llama la atención. Las
calles, si, tiene más transito y circulación
de gente que otras ciudades, pero creo, es normal que así sea en una
de su envergadura.
Ya desde Palermo, me siento como un bicho de ciudad que salio a volar
y no se acuerda como moverse entre millones de personas.
Por
otro lado, mientras camino, siento que paso completamente
desapercibido. Tantas veces durante mi viaje intente sin éxito,
camuflarme y ser uno más. Ahora, camino por las calles de Napoli
como un fantasma que los habitantes hasta chocan al pasar durante su
frenesí
cotidiano. Se siente extraño dejar de ser visto como un turista por
un rato.
Mientras
caminaba, me
encontré
con la universidad de letras y filosofía,
la cual, me llamo la atención por las pintadas en su entrada y
alrededores. Decidí
ingresar, y en
el hall central, una bandera indicaba que los estudiantes habían
tomado un aula, y la utilizaban para sus actividades, por
ejemplo, como comedor.
Pintadas de agrupaciones de izquierda y antifascistas
se encuentran por todos lados. Así
como las banderas de Cuba, Palestina, Catalunia y el País Vasco.
Mi
cámara
de fotos no pasa desapercibida, y algunos de los estudiantes que
mantienen ese espacio, se acercan, curiosos por saber el motivo por
el cual guardaba registro del lugar. Luego de despejar miedos sobre
el motivo de mis fotografías,
comenzamos a charlar, y los
jóvenes
explican las razones de la toma,
y me llevan a conocer la radio que tienen funcionando. Mantenemos
una interesante conversación, sobre el proceso de Bologna, la
estrategia de Lisboa, y la situación de las universidades Europeas.
Relatan las dificultades de estudiar y trabajar a la vez, y los
aumentos constantes en la cuota de la universidad.
Sigo camino, para almorzar y visitar más lugares. Regreso al hostel a comer, y por la tarde vuelvo a recorrer.
Luego de dar vueltas por la ciudad sin un rumbo fijo, me dirijo al puerto y diviso el Torreón Angevino. Este Castillo fue construido en 1279 por Carlos de Anjou, poco tiempo después de que Napoli se convirtiera en capital del Reino de las dos Sicilias. Aquí por ejemplo, tuvo lugar, la renuncia de Clemente V, el último Papa en abdicar voluntariamente a su cargo antes de Benedicto XVI. Curiosamente, la toma de esta decisión fue para volver a su vida de ermitaño.
Sigo camino, para almorzar y visitar más lugares. Regreso al hostel a comer, y por la tarde vuelvo a recorrer.
Luego de dar vueltas por la ciudad sin un rumbo fijo, me dirijo al puerto y diviso el Torreón Angevino. Este Castillo fue construido en 1279 por Carlos de Anjou, poco tiempo después de que Napoli se convirtiera en capital del Reino de las dos Sicilias. Aquí por ejemplo, tuvo lugar, la renuncia de Clemente V, el último Papa en abdicar voluntariamente a su cargo antes de Benedicto XVI. Curiosamente, la toma de esta decisión fue para volver a su vida de ermitaño.
Para
completar un día adverso en la ciudad, el castillo se encontraría
cerrando sus puertas al momento de mi llegada.
Finalmente,
termino mi recorrido en la Galleria
Umberto I.
La cual se comenzó
a construir en 1887 como parte de un proceso de saneamiento de la
ciudad. Uno de los primeros motivos que atraen a visitarla es su
increíble
techo de vidrio. Pero sin dudas, me
dejara fascinado la cantidad de detalles decorativos con los que
cuenta, muchos de ellos de gran carga simbólica.
Luego
de un día en el cual Napoli
fue bastante hostil conmigo, Preferí ser cauto, y siguiendo los
consejos de aquellos que me advirtieron sobre la inseguridad, decidí
finalizar temprano mi recorrido, y volver al hostel antes de
oscurecer.
"10"
Al
día siguiente, ya desde el momento que me levante, mi suerte
parecería
ser distinta.
La misma mujer/ogro que me atendio al momento de la llegada, esta vez
muy amablemente me prepararía
el desayuno, mientras mantuvimos una amena conversación.
Durante
mi recorrido por el sur, en
varias ocasiones tuve charlas sobre la veneración a una figura en
esta región del país.
Incluso, en la casa de un familiar muy lejano, llegue a ver una
especie de altar hacia tremenda divinidad. Pero no creí que podía
ir más allá, y
por más fanatismo que pudiera haber en la ciudad donde hizo sus
milagros, nunca calcule su magnitud, llegando a restarle
importancia.
Ese día, casi
sin percatarme, salí
a la calle con una remera del Napoli, con su nombre en la espalda. En
ese momento comprendí
la MAGNITUD de lo que representa DIEGO ARMANDO MARADONA.
Ni
bien salí
del hostel, la gente comenzó
a saludarme.
Mientras avanzaba, no paraba de recibir elogios uno tras otro.
Incluso un napolitano, al ver una firma en mi camiseta, con una cara
rebosante de alegría,
llego a preguntarme si me la había
firmado él personalmente. Si no le aclaraba que era una copia, y
estaba estampada, estoy seguro que me ofrecía
comprarla.
Como
dije, hasta ese momento no comprendía
la devoción que hay en el Sur, y principalmente en Napoli por Diego.
Siempre pensé,
que por una cuestión lógica,
esta persona, conocida en todo el mundo, donde más se lo debía
idolatrar, era en su país Argentina, pero, en
Italia, su figura traspasa la pasión futbolistica, llegando a
niveles inimaginables.
En Napolí, no es extraño que para la gente, Dios sea D10s. Un joven
que conocí
durante el viaje, y a quien poco le interesaba el fútbol,
dijo una frase que me quedaría
grabada: "Diego
fue tan importante,
porque hizo sentir al pueblo, que al menos una vez, el Sur pudo
ganarle
en algo al Norte".
Pizzeria Brandi
Durante
los casi dos meses que ya habían
pasado desde que llegué a Italia,
en reiteradas ocasiones comí pizza. Pero hasta el momento, ninguna
terminaba de demostrarme porque Italia es tan famosa por esta típica
comida.
Por
este motivo, me
acerque a la que probablemente es la pizzeria más famosa de Napoli,
“Brandi”.
Esta
pizzeria se hizo famosa, debido
a que en el año 1889, su pizzero Raffaelle
Esposito,
fue
llamado a cocinar para la Reina de Italia.
Esta probo las distintas variedades que le ofreció
el cocinero, pero la que más le gusto seria la de muzzarella
albahaca y tomate. De allí en adelante, Raffaelle fue llamado a
cocinar sus pizzas cada vez que la reina visitaba la ciudad, y a la
pizza preferida de ella,
decidió
ponerle su nombre:
Margherita (Margarita).
Si
bien la compre sin demasiadas ilusiones de probar algo mejor que en
el resto de Italia, realmente
el sabor hace valer la fama de la pizza Napolitana.
Brandi
fue el unico lugar donde comí, pero son varias las pizzerias famosas
en la ciudad. En el caso de esta pizzeria, por más fama que tiene,
el precio no es más elevado que en otros lugares.
Piazza del Plebiscito
Aunque
mi remera Azzurri del “Diego” fue un disparador para acercarme a
los napolitanos, decidí
no comer mi pizza en la pizzeria, sino en la plaza del plebiscito,
frente al Palacio
Real
y el domo
Francisco
de Paula.
La
dominación española de la región, como en toda la ciudad, se
puede apreciar claramente
en el antiguo palacio de la monarquía.
Construido originalmente en 1601, sufrirá
varias modificaciones, principalmente a partir de 1734, cuando se
establece como centro
de poder del Reino de las dos Sicilias.
Sin
dudas, Napoli
excede todo lo que conocí
de Italia hasta el momento.
Difícilmente
pueda sacar una conclusión sobre la ciudad luego de una tan corta
visita. Me hubiese gustado conocerla con un local, pero no fue
posible. En
dos días seria apresurado sacar una conclusión sobre la
personalidad de los Napolitanos.
Su calles no puedo decir que son inseguras para un turista atento. Me
ofrecieron celulares y tablets de dudosa procedencia, y al momento de
comprar el pasaje de bus para irme de la ciudad, un hombre se puso
junto a mi en la boleteria a pedirme dinero (pensé
que me robaría,
pero no). Para
quien conoce capitales Latinoamericanas, esta ciudad parece encajar
en ese esquema.
Al encontrarme frente al conocido Barrio Español dude si adentrarme.
Creo que su mala fama es mas bien turístico
- comercial. Quizá
me equivoque, pero un posterior análisis
me hace pensar que tal vez su fama sea exagerada, creo que sus
barrios "impenetrables" se encuentran a las afueras, casi
en una zona conurbana.
Pero reconozco que, mi instinto (sumado
a los prejuicios
con los hicieron que llegué)
me hizo pegar media vuelta. Para
alguien de una región como Sudamérica,
si te hablan mal de una zona, y al llegar no te brinda seguridad, el
sentido común dice que
con una computadora portátil,
una cámara
fotográfica
de de 400 euros, el dinero encima (poco a estas alturas), y algunos
objetos más en la mochila, allí
es mejor NO ENTRAR.
De
lo que si estoy casi seguro, es que luego de recorrer todas las
regiones de sur, y más de 25 ciudades,
no
logro estar convencido de que Napoli termine de representar a esta
mitad del país,
sino que considero a la ciudad de Palermo
como un reflejo más fiel
de
la mitad inferior de la peninsula.
Recorrer
el Sur, para alguien nacido en Buenos Aires, es como volver a sus
raíces.
Hace poco más de un siglo, las oleadas de inmigrantes, donde
predominaron ampliamente los italianos, llegaron a nuestro puerto del
Rio de la Plata y con ellos sus costumbres, sus picardias, sus formas
de ser, de hablar, de vivir, la
música,
sus pastas y la pizza. Todo
esto se instalo en un país todavía
en pañales, que necesitaba encontrar una identidad cultural.
Algunos
definen a la capital Argentina como la Napoli de Sudamérica,
otros a Napoli, como la Buenos Aires de Europa.
Aunque a muchos le duela esta comparación, de París
solo heredamos el estilo arquitectónico
de muchos barrios.
Ya
de regreso en Ancona,
Cuando pensaba que me había ido de Napoli sin problemas, abro mi
monedero, y para mi sorpresa compruebo que en
lugar de dos monedas de 50 centavos de euro, me
dieron de vuelto dos de 100 pesos colombianos, el equivalente a 0,08
Euros. Soy
(casi)
Porteño, y
para muchos podemos
imaginarnos
superiores, más picaros, creídos,
y ventajeros, pero a la
experiencia de
nuestro padre cultural es difícil
vencer.
Napolí
me ganó con su última jugada!
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