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Segundo Viaje a Uyuni. Romer, Incahuasi y Tunupa [Bolivia 2015]

Era mitad de enero de un verano el cual parecía iba a pasar en Buenos Aires junto a un ventilador. Mi amiga y compañera de universidad Ayelén se encontraba recorriendo el Noroeste Argentino junto a otro compañero Alexis, cuando comenzamos a enviarnos mensajes. Mi ser inquieto interior comenzaba a acelerar su ritmo.


Me cuenta que estaban prontos a cruzar hacia Bolivia, unos días antes de lo planificado originalmente. Sabía la ruta que iban a hacer, y era muy parecida a la realizada por mí cuatro años antes (nada extraño ya que eran los principales destinos de los Andes Bolivianos). Esto hacía que no sea muy tentador, ya que podía optar por infinidad de lugares que aún no había visitado. Pero hacía más de un año que no viajaba, y un impulso me llevó a que al día siguiente me encuentre comprando un pasaje, y dos después subiendo a un bus con destino a Jujuy, de allí otro a La Quiaca y cruzar la frontera hasta Villazón, y dos más hasta Uyuni, haciendo transbordo en Potosí. Quien conozca el camino se preguntará porqué no fui directo, ya que la ruta que realice implica viajar casi el doble de kilómetros. La respuesta es que al llegar a Villazón me encontré con que hasta el día siguiente no tenía más buses a Uyuni y si a Potosí. Aunque viajé más tiempo, llegué casi medio dia antes.



Una vez en Uyuni, nos saludamos y rápidamente comenzamos a buscar agencia para realizar la excursión de dos días en el Salar. Mis amigos estaban con seis personas más que varios días más tarde me entero que habían conocido minutos antes de mi llegada.


Luego de recorrer casi todo el pueblo, conseguimos un camión con baño que nos llevaría a los diez en la agencia Oasis Tour. Romer sería nuestro conductor. Desde el primer momento nos sorprendió con su conocimiento del Salar, un auténtico Beduino del desierto de sal.


Visitamos el Cementerio de trenes y luego el pueblo de Colchani, donde procesan la sal. Ambos lugares conocidos por mi. Finalmente comenzamos a adentrarnos en el salar.






Romer nos explica que el salar se encontraba inundado y no podíamos visitar Incahuasi, una isla llena de cactus en medio del salar. Pero luego de insistir un poco, sabiendo que podía llegar, decidió llevarnos.


Al llegar a la isla, notamos que casi no había vehículos, por lo tanto era probable que sea cierto que realmente no se podía llegar. Pagamos una entrada de diez bolivianos para empezar a recorrerla. Según Romer, consiguió que nos hagan precio para locales, aunque la realidad es que este lugar es solo visitado por turistas.






En Incahuasi solo hay cactus, algunos que llegan a medir más de diez metros. Esto no es poco si tenemos en cuenta su ubicación. En quechua su nombre significa “Casa del Inca”, y según las leyendas cuando los españoles conquistaron esta región, se les hacía muy difícil ingresar al salar con sus caballos, en cambio, los Incas que se transportaban en llamas no tenían problema. Esto permitió que algunos de ellos momentáneamente puedan permanecer refugiados, a salvo de los españoles, en esta pequeña porción de tierra.


Luego de sacarnos fotos y sentirnos rodeados por un mar de sal, emprendimos camino a la base del Volcán Tunupa.


Allí nos alojamos en un hotel de sal cercano al pueblo de Coquesa. Comimos y luego arreglamos con Romer que saldríamos a ver las estrellas. Él, cansado de conducir todo el día, no estaba muy convencido, pero aceptó acompañarnos. Al salir estaba nublado y no podía observarse nada, Romer sin el mejor humor, nos comentó que sabía que estaría así, pero que nos acompañó para complacernos.


Al día siguiente nos levantamos 5:30 de la mañana para ver el amanecer. Lentamente el intenso naranja del sol comienza a asomar generando un magnífico paisaje. La línea del horizonte parece desaparecer al reflejarse el cielo, las nubes y las montañas en el agua del salar.





Después de este increíble espectáculo, el recorrido continuó subiendo parte del Volcán Tunupa, el cual lleva este nombre en honor al Dios Inca del trueno y los volcanes. En el camino es posible ver varias plantaciones de quinoa, un súper cereal propio de Los Andes, y cada vez más consumido en el mundo por los propiedades,




A casi 4000 msnm y 10 kilómetros del cráter del volcán, por otros 10 bolivianos dentro de una cueva es posible observar varias momias en posición fetal. Las tenemos tan cerca y sin separación alguna que podríamos tocarlas si queremos.


Las culturas Andinas adoran a las montañas. Es por esto que a algunas las consideran sagradas y las denominan “Apu”. Durante la celebración de la “Qhapaq Hucha”, en algunos casos que lo consideraban necesario recurrian a sacrificios humanos. Es por esto que en algunas “Apu” es posible encontrar momias de niños entre seis y diez años ofrecidos como ofrenda a los dioses.





Retornamos a la entrada del hotel viajando en el techo de una camioneta. De allí regresamos al camión y volvimos al salar para sacarnos fotos en una zona seca y posteriormente visitar el hotel de sal Playa Blanca. En su exterior cuenta con una plaza con banderas de varios países.


A poca distancia de allí es posible ver el Monumento al Dakar, realizado en homenaje al paso por este país del rally Dakar que desde 2009 se realiza en Sudamérica.

Este fue nuestro último lugar antes de regresar al pueblo de Uyuni. Al día siguiente continuamos viaje a la Villa Imperial de Potosí.




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